¿Qué entendemos por contrato de outsourcing tecnológico?
Los contratos de outsourcing tecnológico son la externalización de funciones TI (como desarrollo de software, mantenimiento, help desk, ciberseguridad o gestión en la nube) a un proveedor especializado, mediante un contrato que fija alcance, niveles de servicio y responsabilidades. Bien diseñado, acelera proyectos y reduce costes; mal encajado, traslada riesgos operativos, financieros, reputacionales y legales.
Existen diferentes “legal pain points” a tener en cuenta (los “puntos críticos”) para que el contrato convierta necesidades técnicas en obligaciones verificables y claramente delimitadas.
Alcance y gobierno del servicio
La precisión en el objeto evita la mayoría de las disputas. Describe qué se externaliza, qué queda fuera y cómo se aceptan los entregables o se ejecuta el servicio. Cerrar por escrito el modelo de trabajo (remoto/presencial), entornos, accesos y perfiles así como prever un mecanismo ágil de gestión de cambios, con impacto en plazos y precio. Si fuere necesario, establecer un esquema de gobernanza (comités, informes y revisión de KPIs) mantiene el servicio alineado con objetivos.
Confidencialidad y protección de datos
El proveedor tendrá acceso a información estratégica. La cláusula de confidencialidad debe identificar qué es información protegida, usos permitidos y vigencia poscontractual. Si se tratan datos personales, incorpora el acuerdo de encargo (RGPD, art. 28) con instrucciones, seguridad, subencargados, ayuda en incidencias y retorno o destrucción al terminar. Añade notificación temprana de incidentes y claridad sobre dónde se alojan y procesan los datos.
Propiedad intelectual del software y entregables
Pagar un desarrollo no transmite por sí solo los derechos de explotación. La cesión debe ser expresa y por escrito, abarcando código fuente, documentación y facultades para reproducir, modificar y crear derivados, con alcance territorial y temporal definido. Si el servicio es crítico, un depósito de código fuente con condiciones de liberación por contingencias graves reducirá la dependencia y asegurará continuidad del servicio, aunque sea con traslado a otro tercero.
Niveles de servicio y garantías
Los SLAs convierten compromisos y expectativas en métricas: disponibilidad, tiempos de respuesta y resolución, copias de seguridad, ventanas de mantenimiento y escalados. Vincularlos a créditos de servicio o penalizaciones favorece el cumplimiento y desincentiva la dilación e incumplimientos. Un periodo de garantía para defectos y revisiones técnicas programadas corrige desviaciones antes de que escalen.
Seguridad y plan de salida
Exige controles acordes con estándares reconocidos, segregación de entornos y principio de mínimo privilegio. Documenta la gestión de incidentes: detección, comunicación, contención y evidencias. La reversibilidad es tan importante como el arranque: planifica migración de vuelta o a otro proveedor, formatos de entrega, asistencia razonable y plazos. Sin plan de salida, el vendor lock-in es probable.
Responsabilidad, seguros y resolución de disputas
Limitar la responsabilidad es habitual, pero deben excluirse de esa limitación los incumplimientos graves, brechas de confidencialidad, infracciones de PI y vulneraciones de protección de datos. Exigir una póliza de RC profesional y ciber, con límites coherentes al riesgo, es muy frecuente en este tipo de contratos. Determina ley aplicable y foro (o arbitraje) (el más cercano, preferiblemente) para resolver las disputas en el caso de escalada judicial, de forma que se puedan evitar conflictos internacionales y mucho más costosos.
Aspectos laborales a tener en cuenta
Subcontratar no aísla de todo riesgo laboral. Verifica periódicamente que el proveedor está al corriente con la Seguridad Social y obligaciones salariales, e impón contractualmente la una indemnidad en favor de tu negocio. Esta diligencia reduce la exposición a responsabilidades solidarias previstas en la normativa laboral.
En definitiva, externalizar funciona cuando el contrato de outsourcing tecnológico protege lo esencial: datos, propiedad intelectual, servicio y continuidad. Un contrato claro y medible evita sobrecostes y otorga autonomía. Cada servicio externalizado tiene su propia casuística técnica y regulatoria en el que deberán considerarse todos estos factores, entre otros.
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