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Por Óscar López Rodríguez – Director General de UBT Compliance

Hace tiempo que venimos comentando en este blog la importancia social que va tomando la protección de datos (por ejemplo, aquí y aquí). Los casos de brechas de seguridad, robo de datos y vulneraciones de privacidad han ido ocupando cada vez más espacio en periódicos, telediarios y redes sociales, y de ahí han dado el salto a la agenda política. Sin embargo, no se había producido hasta ahora un acontecimiento tan importante como el escándalo que ha sacudido a Facebook al conocerse la forma en que la empresa Cambridge Analyitica utilizó datos de sus usuarios para la campaña que hizo a Donald Trump presidente de los Estados Unidos.

Facebook se enfrenta de momento a una enorme crisis bursátil (perdió en un sólo día el 7% de su valor) y a una investigación en el Congreso norteamericano. También actuarán las autoridades británicas (Cambridge Analytica también tuvo un papel en la campaña del brexit) y las de la Unión Europea. Lo curioso es que, hasta ahora, no consta que la empresa de Mark Zuckerberg haya cometido delito alguno (aunque las investigaciones tratarán de dilucidarlo), pero sí parece claro que permitió que una empresa hiciera un uso abusivo de sus datos, con consecuencias políticas que se pueden calificar de sísmicas.

La legislación estadounidense es distinta de la europea, pero incluso si Facebook puede justificar un uso legal de los datos por parte de empresas como Cambridge Analytica, se enfrenta a una enorme crisis reputacional. Como poco, los usuarios procurarán informarse mejor de lo que dicen las cláusulas del acuerdo que casi nadie lee y exigirán mayor transparencia. El clamor es ya de tal magnitud que la cuestión de la privacidad va subiendo puestos cada mes en la agenda pública de prioridades.

Más allá de las consecuencias políticas del uso de la información (que, al fin y al cabo, se puede emplear en cualquier tipo de causa, desde la que más nos guste hasta la que menos), este caso y otros anteriores van a llevar que los usuarios reclamen un verdadero control sobre sus datos personales ahora que empieza a saberse hasta qué punto nos volvemos más vulnerables, tal vez menos libres, cuando circulan sin nuestro consentimiento.

De momento, lo que ya está ocurriendo es que los ciudadanos, al oír la palabra privacidad, ya no piensan sólo en los típicos datos que todos rellenamos para cualquier formulario, ni siquiera en nuestro historial médico o en el de nuestro buscador: ya saben que hacer like en la foto de un gatito está diciendo más sobre nosotros de lo que hasta ahora habíamos sospechado.

El 25 de mayo será plenamente efectivo el Reglamento General de Protección de Datos, y lo que en otro tiempo habría pasado más o menos desapercibido, se convertirá probablemente en un hito y motivo de debate. Y, dada la presión cada vez mayor, no descartemos que se reforme o incluso que sea sustituido por otra nueva norma en pocos años.

Decíamos hace poco que la privacidad se va a convertir en un reclamo comercial. Así será, y a una velocidad de vértigo. Y la empresa que pueda demostrar que tiene los sistemas adecuados para proteger la información, contará con una gran ventaja sobre las demás.